La muerte es la mejor prueba de que la vida existe.
Metal, gris metal... Cemento, gris cemento. Metal y cemento, solo metal
y cemento, con muchos palos, duros palos.
Imaginate una habitación pequeña... no, mas pequeña aun. Ahora imaginate un hombre ahi dentro, imaginate a vos ahi dentro, encadenado a un librito, y esposado a un palo. El reducido tamaño de la habitación te impide respirar bien, es imposible hablar envuelto en tanto gris opresor, un gris no es blanco ni negro, un gris es similar a esa nube cargada que tapa el sol y solo permite ver la caida de la lluvia, y apenas los que esta moja. Afuera de esta pieza hay un hombre vestido todo del mismo color, pantalones y camisa, esta sentado sobre un libro igual al que vos estas encadenado, y mientras se acomoda en su amplio recinto cuenta uno por uno los objetos mojados por la lluvia.
Imaginate una hora ahi, el hombre de afuera ve pasar esa hora en un reloj de oro.
Imaginate una semana ahi, el hombre de afuera se empieza a aburrir.
Imaginate un mes ahi, el hombre de afuera esta definidamente aburrido.
Imaginate un año ahi, el hombre de afuera ya no esta, pero se escuchan sus pasos en las otras habitaciones pequeñas contiguas a las tuyas.
Imaginate 8 años ahi, el hombre entra en tu habitación.
Claro que no solo habian pequeñas habitaciones y un recinto, tambien había un afuera, un afuera que poco podía ver de estos lugares, pues este afuera era una gran habitación de gris cemento, llena de gente, con un gran recinto que se comunicaba a la gran habitación mediante un balcon.
La cuestion es que al final todos mueren. El resto es al pedo.


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Machain, Lisandro ´97